En filosofía de la organización, el concepto de innovación nos obliga a asumir una perspectiva más amplia del ethos de cualquier empresa. Mediante este término, también hacemos referencia a subcategorías como la evolución, el crecimiento o la sostenibilidad. Esta última, tanto en términos medioambientales como en gestión de recursos y económicos.
Michael Porter, académico americano de gran notoriedad por sus teorías económicas, manifestó que la innovación es el motor sobre el que depende el desarrollo industrial y económico. La única ventaja real entre diversos agentes que pertenecen a un mismo mercado es su capacidad para centrar su atención en el concepto de innovación. La existencia de recursos, per se, no genera ningún valor añadido. Lo genera la forma en la que se gestionan estos recursos en pro de una innovación.
La innovación como resultado
¿Qué es la innovación? Para muchos teóricos, la innovación es un proceso. Para muchos otros, un resultado. La lejanía entre ambos conceptos es tan grande que resulta complicado encontrar un término medio.
A continuación, una radiografía que nos ayudará a entender la disparidad entre todas las definiciones de los diferentes organismos y estudiosos:
- Para la OCDE, de acuerdo con el Manual de Oslo, la innovación es la introducción de un nuevo producto o de uno ya existente notablemente mejorado. También lo puede ser en el caso de que se trate de un proceso, un método organizativo o la comercialización de una serie de prácticas.
- Para Schumpeter, la innovación se produce cuando se introduce un nuevo bien o un cambio en la calidad del mismo.
- Para Porter, la innovación no es solo tecnología. También un nuevo método analógico puede ser innovación. Una nueva forma de vender, de entrenar, de organizar…
- Ramírez, Martínez y Castellanos afirman que la innovación se puede entender a través del camino que permite a una sociedad asegurar diferentes beneficios hacia una mejora en sus resultados o procedimientos.
¿Por qué apelar a la innovación en nuestra organización?
En términos generales, conviene señalar que cualquier empresa puede apelar a la innovación por motivos de origen muy diverso. Entre ellos, alcanzar un grado de calidad en sus productos mucho más desarrollado. También para reducir sus costes de producción, distribución o fabricación a partir de una mejora en sus ventajas competitivas.
Cuando apostamos por la innovación, resulta imprescindible adoptar diferentes cambios dentro de la propia organización. De lo contrario, alcanzar una mejora en nuestra eficiencia no sería posible. Las empresas innovadoras deben implantar sistemas de organización que empujen a los propios empleados a salirse de la norma. Imprimiendo una mayor proactividad al cambio y una actitud mucho más favorable del mismo. Únicamente de este modo es posible alcanzar los objetivos definidos previamente.
¿Innovación o mejora continua?
¿Es correcto hablar de innovación o deberíamos hacerlo de mejora continua? ¿Existe la innovación indeterminada en el tiempo o lo correcto es hacer referencia a procesos que tratan de mejorar los flujos ya existentes?
La innovación representa el cambio. Y cualquier cambio lleva intrínsecos diferentes problemas que pueden imprimir un componente notable de riesgo y de incertidumbre. Un escenario que no todas las empresas están convencidas de asumir y, por ende, no todas parecen igual de comprometidas con el cambio.
La principal diferencia entre el concepto de innovar y el de la mejora continua la encontramos en la percepción del riesgo, y la impronta de éste, en el momento de establecer la nueva filosofía organizativa. Cualquier proyecto innovador que llevemos a cabo comprenderá un riesgo que, en caso de no salir bien, es posible que genere pérdidas económicas (y de otros muchos recursos). Sin embargo, en el caso de la mejora continua no ocurre lo mismo. Sino que se podrá mejorar parcialmente la operativa diaria si necesidad de tener que estar expuestos a ninguna perdida económica. Por tanto, un proyecto innovador siempre será arriesgado. Un proyecto de mejora continua, no.
¿Es excluyente la innovación y la mejor continua?
Las empresas pueden adoptar el ADN innovador o de mejora continua en sus procesos en función de las necesidades con las que cuenta en cada momento histórico. Cualquier cambio puede ser innovador en una primera etapa para, a posteriori, pasar a convertirse en un recurso susceptible de poder ser mejorado de manera continua.
Las organizaciones tienen que ser capaces de encontrar qué procesos internos deben estar expuestos o requieren de fórmulas innovadoras. Y cuáles de ellos tienen que estar sumergidos en la búsqueda continúa de una mejora. En conjunto, supondrá una importante ventaja competitiva frente al resto de las empresas con las que compartimos actividad.
¿Cómo crear un equipo motivado por la innovación continuada?
No existe un marco de reglas que sean determinantes para crear un equipo motivado por la innovación continúa. Sin embargo, como empresa, sí que tenemos las herramientas de favorecer la creación de escenarios que nos ayuden a alcanzar nuestros objetivos:
- El miedo a equivocarse: Este es uno de los frenos más habituales que se encuentran presentes en todas las empresas. La innovación, como hemos visto, requiere de ciertos riesgos. Y, por ende, de errores. La innovación florece una vez el error ya ha madurado. Debemos integrar una cultura que
- La importancia de la multidisciplinaridad: Uno de los grandes riesgos a los que se encuentran sometidos todas las empresas es a llenar sus equipos de trabajadores especializados en una única área. Esto puede suponer un importante desafío en términos de innovación, puesto que la innovación únicamente puede llegar a partir de la inteligencia colectiva con perfiles muy diversos dentro de cada área.
- Detecta talentos: No todos los miembros de tu equipo deben tener inclinación hacia la innovación. Lo importante es detectar cuáles son aquellos perfiles más inclinados hacia la creatividad y el entusiasmo. Los perfiles técnicos son clave en términos de ejecución de procesos. El segundo grupo lo conformarían aquellos que buscan romper las reglas e ir un paso más allá en torno a nuevas ideas. Y, por último, se encontrarían los coordinadores. Orientados hacia el mantenimiento del equilibrio entre los dos anteriores.
- No solo pienses, ejecuta: Una idea buena es solo eso, una idea. Debes tener energía para, además, ponerte manos a la obra y comenzar con su proceso de ejecución. Mantener reuniones periódicas con tus equipos orientados a la innovación hará que las ideas fluyan de modo libre con una mayor regularidad.
¿Cuándo una idea innovadora lo es tanto como para paralizar el resto de nuestra actividad?
Esta es una de las preguntas más habituales entre las propias empresas y los miembros de las mismas cuando integran la cultura innovadora en su organización. Responder a esta pregunta no requiere tanto de una cultura organizativa bien instaurada, sino de disponer de diferentes KPIs predefinidos que nos ayuden a llevar a cabo una toma de decisiones basadas en un conjunto de datos reales.
El momento exacto en el que una idea innovadora va a ir aumentando el protagonismo frente a las tareas tradicionales lo determinará el propio proceso evolutivo y madurativo de la idea. A medida que vayamos destinando recursos a su desarrollo, debería ser el propio equipo directivo el que explore si la idea es lo suficientemente disruptiva y puede mejorar de manera considerable nuestros procesos como para poder destinar nuestros recursos hacia el desarrollo de la idea en cuestión.
Sin embargo, para ello, no es solo nuestra plantilla la que debe ser innovadora y trabajar en pro de esta vertiente. También nuestro equipo directivo. De nada sirve exigir a nuestros trabajadores una clara orientación hacia este campo si luego no predicamos con el ejemplo en todas las esferas de nuestra cultura organizativa. Siendo un elemento que debe estar presente en el ADN de la compañía de manera transversal.