En términos generales, el concepto de «economía» hace referencia a la forma en cómo se distribuyen los recursos en la sociedad para alcanzar el máximo bienestar de sus ciudadanos. Desde la década de los 60, y a consecuencia del auge de las nuevas tecnologías y de la innovación, una de las vertientes de la economía que ha mostrado un mayor desarrollo ha sido, sin duda alguna, la de la economía de la información.
Cada vez más, las empresas han deslizado su actividad hacia la compra, venta y uso de la información en torno a su actividad. Con el objetivo de lograr alcanzar una mayor productividad a través de una correcta optimización de los recursos disponibles.
La información como elemento fundamental en la economía
El poder de la información en el ámbito económico ha crecido de manera exponencial durante los últimos años. No obstante, su evolución no ha sido lineal en el tiempo. Esta vertiente de la economía se apoyaba en la teoría neoclásica, basada en la información perfecta entre todas las partes implicadas en una transacción. Con su consiguiente impacto en la reducción de la incertidumbre.
Una teoría económica basada en la moralidad y el raciocinio, que no tardó en tener que deslizarse hacia una perspectiva mucho más realista. Según la misma, son muchos los elementos que pueden incidir en la ausencia de la información perfecta. Entre ellos, el factor competitivo existente en el entorno corporativo.
La economía de la información y la información imperfecta
La economía de la información es el resultado de la alteración del análisis neoclásico. Actualmente se sustenta en la información asimétrica, cada vez más presente en nuestro día a día. Se entiende como información asimétrica toda aquella situación en la que un agente tiene más información que otro. Dependiendo del momento en el que exista esta descompensación de la información, aparecerán dos elementos clave:
– Selección adversa: El concepto de selección adversa hace referencia al momento en el que se tiene información privilegiada anterior a la relación económica. Un ejemplo de este paradigma lo encontramos en el momento de contratar una póliza de seguro. La persona que contrata el seguro posee una ventaja frente a la aseguradora, quién corre un riesgo derivado de la falta de información.
– Riesgo moral: El riesgo moral aparece después de que se haya firmado un acuerdo. Según el propio economista Paul Krugman, el riesgo moral aparece cuando un agente implicado en una transacción cambia su exposición frente al riesgo, siendo la otra parte implicada la que debe asumir las consecuencias.
La información como factor determinante
En el ámbito económico, la información cobra una importancia mayúscula. En torno a su correcto ejercicio se logra reducir dos de los grandes desafíos a los que la economía se ha tenido que enfrentar históricamente: el riesgo y la incertidumbre. La toma de decisiones es, por tanto, mucho más estable y segura.
En el momento en el que se logra que la incertidumbre propia de cualquier transacción económica se reduzca, mayor rendimiento económico se puede obtener en el intercambio. Elevando el concepto de rentabilidad y retorno a un nivel superior.