¿Desde cuando la industria literaria ha estado tan rendida a definir el futuro de la tecnología y su papel en la sociedad? Desde hace muchos años, las novelas han buscado formas de entrelazarse con la realidad en busca de crear nuevos escenarios que les permitiesen no solo captar la atención de los sujetos que se interesan en su lectura.
The Phoenix Project es uno de esos libros que están llamados a definir un antes y un después en la industria tecnológica. Escrito a tres manos entre Gene Kim, Kevin Behr y George Spafford, el lector asiste a una sucesión de actos a bordo de Parts Unlimited. Una una empresa de la industria del retail que tiene 90 días para recuperar la cuota de mercado que ha perdido durante las últimas semanas.
Parts Unlimited como escenario
En caso de que el equipo de IT no logre revertir los resultados, la empresa decidirá externalizar el servicio. A la bajada de ventas, se le une un interminable proyecto bautizado con el nombre de Phoenix. Phoenix es, en el momento de recibir el ultimátum, un proyecto, el principal proyecto de la compañía. Y también uno de los motivos por los que nunca se logran alcanzar las metas globales. Como consecuencia de las múltiples interrupciones a las que tienen que enfrentarse los integrantes del equipo.
El encargado del proyecto es Bill Palmer. Director de operaciones de la compañía que es ascendido a Vicepresidente de Operaciones de TI y al que se le encomenda la difícil misión de sacar adelante el programa.
Uno de los momentos cruciales del libro se produce cuando Enrik Reid, se encarga de mentorizar a Bill. Enseñándole tanto al cadena de ensamblaje como los principio de las operaciones de TI. Además, le enseña una metodología apodada como «Los tres caminos».
Camino 1: Flujo de trabajo continuo
En el primer camino, nos encontramos ante la necesidad de dominar todas las prácticas que permiten crear un mantener flujos de trabajo continuos desde que recibimos una solicitud de desarrollo (DEV) hasta que esta solicitud se pone en producción por el equipo de Operaciones (OPS).
La integración de una metodología ágil es esencial para la consecución de flujos de trabajo ágiles y continuos.
Camino 2: Rápida retroalimentación
Una vez integramos una metodología que nos permita alcanzar el resultado propuesto, es necesario dominar la práctica del feedback. Monitorizando el análisis y las aplicaciones, podremos obtener el feedback de nuestros clientes. Que nos permiten tener en producción varias versiones de un mismo producto hasta evaluar su comportamiento entre los usuarios finales.
Camino 3: Cultura del aprendizaje y mejora continua
Por último, nos encontramos con la mejora continua. Debemos crear una cultura organizativa que permita a todos los integrantes de la empresa aprender de los errores llevados a cabo. La cultura DevOps que debe integrar cualquier empresa debe ir orientada hacia la colaboración y el hábito de compartir conocimiento entre diferentes equipos de trabajo.
El objetivo último que se persigue mediante esta acción es la entrega de valor a nuestros clientes a través del desarrollo de productos y servicios dedicados a los mismos. En una cultura DevOps, es necesario que los integrantes de una empresa se responsabilicen de sus acciones. Pero al mismo tiempo que pueden experimentar y asumir riesgos, sin que la compañía pueda hacer responsables a los trabajadores de cada fallo. La mejora continuada es esencial.