Conceptos clave
- Las personas usamos los dispositivos para expresar nuestro propósito y tomar acción.
- El tecnocapitalismo creó el dispositivo y la experiencia que las personas tenemos alrededor de ellos.
- El capitalismo orienta al usuario del dispositivo hacia las acciones que llevan al consumismo.
- La tecnología facilita la “multitud” de muchas mentes que toman decisiones colectivas.
- Twitter permite que los cerebros de las personas “piensen” unidos.
- El cerebro y la tecnología pueden coevolucionar hacia el cuidado, el futuro y la colectividad.
- Los usuarios pueden dirigir la conciencia de los dispositivos hacia la conciencia de clase.
- Las redes sociales contribuyen a precipitar eventos que fomentan un cambio social.
- Si la sociedad quiere usar la tecnología para alcanzar metas socialistas, debe desafiar el consumismo capitalista.
- Los dispositivos podría crear un “patrimonio común” digital en el que los participantes decidieran el bien mayor.
Resumen
¿Qué es un dispositivo?
Antes de considerar lo que es la “conciencia del dispositivo”, consideremos al dispositivo en sí mismo. El filósofo Martin Heidegger definió una “cosa” como algo “a mano”, incrustado en la colección concreta de “equipos” que la gente utiliza para interpretar y construir el mundo. Los dispositivos, como los smartphones, son más complejos que las cosas. Las personas los llevan en el bolsillo, pero sus interfaces complejas y modulares los convierten en algo más que simples herramientas de comunicación de voz. Integrados en la vida cotidiana de las personas, los aparatos forman parte de un sistema general de relaciones sociales.
“La manera en que nos aislamos, absorbemos y relacionamos con los dispositivos como objetos o cosas tiene el potencial de enmarcar el carácter de nuestra condición humana actual”.
El capitalismo es el sistema estructural en el que el dispositivo se ha convertido en un “imperativo estratégico”. Los servicios, como el correo electrónico, por ejemplo, amplían el trabajo a todos los aspectos de la vida cotidiana. El capitalismo desarrolló el dispositivo, que a su vez refuerza la lógica del capitalismo. En manos carentes de ética, el dispositivo puede dominar y controlar a sus usuarios. Los dispositivos no son objetos ajenos a las personas; son parte de ellas. Históricamente, la autoconciencia se inserta en las tecnologías dominantes. Con los dispositivos, es filosóficamente importante reconocer la diferencia entre su instrumentalidad como objetos y su naturaleza como cosas. Como objetos que consumen nuestra atención y pueden cortar las conexiones con actividades focales, los dispositivos pueden ser peligrosos. Pero si los percibimos como elementos que reúnen y vinculan a las personas, expanden nuestra comprensión del mundo y son parte integral de su construcción. El pensamiento meditativo sobre los dispositivos expande su potencial para funcionar como un elemento central que une a las personas.
El materialismo de los dispositivos
El tecnocapitalismo es el actual marco que relaciona la tecnología con la acumulación de capital y el trabajo. Explota y aleja a los usuarios al construir al dispositivo como un objeto, no como una cosa. Los dispositivos resultan ideales para ser utilizados para la explotación. Son la “mercancía por excelencia” de esta época. Se puede desafiar el “dispositivo-objeto” y reposicionarlo como un “dispositivo-cosa”, emancipando así su uso y apuntándolo hacia el bien común. Una forma de escapar de la explotación por el dispositivo-objeto es recuperar el reconocimiento y el compromiso con el cuidado. Otra alternativa es liberarse de sus circuitos cobrando conciencia de su colectividad con otros. Si conseguimos aportar intencionalidad al dispositivo-objeto, haremos posible su transformación en un dispositivo-cosa. La conciencia activa sobre cómo utilizar los dispositivos libera la voluntad humana y desafía el consumismo.
Los dispositivos y el cerebro humano
¿Es el cerebro una cosa? En algunos sentidos es como punto de unión, simultáneamente ser y llegar a ser. El dispositivo refleja el cerebro y lo extiende. La forma en que la gente se “encierra” en el dispositivo como cosa puede enmarcar el carácter de la condición humana actual. El cerebro es plástico, se adapta y orienta a medida que recibe estímulos. Puede formar y reformar la información. El mundo circundante moldea al cerebro, pero también es moldeado por él. A medida que el cerebro coevolucione con el dispositivo, puede surgir un nuevo sistema de valores que se oriente hacia el cuidado, el devenir y la colectividad.
“Además de ser dispositivos personales discretos, los dispostivos son parte de sistemas más generales de relaciones sociales”.
El capitalismo tardío da prioridad a la flexibilidad reemplazando las estructuras de mando de arriba hacia abajo, por mano de obra localizada y trabajadores temporales. En términos neoliberales, promete una elección individual, pero solo una elección entre las opciones del mercado en un sistema cerrado. La flexibilidad genera pasividad. Sin embargo, el cerebro adaptable permanece consciente de sus conflictos internos. Eso la salva de convertirse en un engranaje dócil en la simbiosis de la tecnología y el capitalismo.
La conciencia de dispositivo colectiva
Pensar en la conciencia colectiva como la “mente absoluta” del filósofo Georg Wilhelm Friedrich Hegel o como la “singularidad” del futurista Ray Kurzweil es tentador. Ambas derivan de un idealismo que representa a los seres humanos como parte de un espíritu totalizador y que contribuye a él, una extraconciencia que evita las complicaciones de la economía política de la vida cotidiana. La filosofía materialista, especialmente la neurología, desafía estas teorías. Sugiere que múltiples mentes interactúan e influyen en otros cerebros. Cuando eso sucede, dicen estos filósofos, de estas interacciones e influencias surgen nuevos modos de pensar. La conciencia de los dispositivos se centra en el esfuerzo conjunto en el que la capacidad tecnológica ampliada permite la voluntad colectiva y la solidaridad en el “mundo tal como es”, no en el mundo en el que los seres humanos podrían “soñar que es”. Esta teoría dice que no hay conocimiento trascendente; solo hay conocimiento agregado que la gente deriva de lo que realmente sabe.
Twitter y el cerebro compartido
Los usuarios individuales de la tecnología pueden experimentar un efecto de “multitud”, en el que la tecnología da a los individuos formas de producir acciones colectivas, con la ayuda de redes distribuidas que operan de forma espontánea. Este efecto multitudinario puede ofrecer la posibilidad de que surja una nueva entidad política. Por ejemplo, Twitter se aproxima a los procesos del cerebro. Crea un espacio que pone estratos de información y almacena memorias. Esto crea “marcadores somáticos” que pueden desencadenar respuestas emocionales. Twitter no puede pensar como un cerebro, pero no tiene por qué hacerlo. Permite que los cerebros humanos “piensen” juntos. Sin embargo, unos pocos influencers sin escrúpulos podrían usurpar Twitter y luego usarlo para manipular y explotar a otros o para incitar a la mentalidad de masa.
“Los dispositivos contribuyen inevitablemente al sustento de una forma de vida explotadora, aislante y alienante, en la que el discurso de todo tipo se transforma en una forma de mercancía, independientemente de su contenido”.
En el modo dispositivo-objeto, el dispositivo proporciona acceso a formas de gratificación como bienes de consumo. Este es el modo “idiota”, del griego idios o “privado”. Enfatiza el tema egoísta. En el marco o dispositivo tecnocapitalista, el dispositivo-objeto domina, convirtiendo a las personas que usan dispositivos en individuos aislados y privatizados al servicio de una agenda consumista, que hace del lucro el principal motivo de la interacción humana.
Resonancia de los dispositivos
Movimientos como Ocuppy Wall Street utilizaron la tecnología para unir a la gente con un propósito común: desafiar la desigualdad. Sin embargo, su momento temporal lo definió, y no tuvo una duración real. Cuando pasó el momento, el movimiento se convirtió en una cantidad fragmentada de grupos de afinidad entrelazados. Sin embargo, Occupy Wall Street proporcionó el plano de cómo el dispositivo-cosa podría iniciar una acción “resonante” y, por lo tanto, motivar una conciencia en evolución acerca de los dispositivos.
“Podemos imaginar los cerebros humanos como un elemento de un híbrido más amplio de tecnología mediática en el que la inteligencia, la conciencia y la memoria humana son aumentadas y extendidas a través de los dispositivos”.
En contraste con el dispositivo-objeto, el dispositivo-cosa es “resonante”. Es una fuente de encuentro que reúne a las personas –según sus experiencias y agendas compartidas– para formar una voluntad colectiva. La reflexión resultante acerca del dispositivo puede promover la concientización. Podría adaptarse para mejorar la sociedad. A diferencia de los partidos de vanguardia del pasado, el “partido digital” no estaría actuando en nombre del colectivo. En cambio, las redes sociales ampliarían el “intelecto general” para atender las necesidades “genéricas” compartidas por todos.
Eventos de dispositivo
¿Podría el dispositivo-cosa usar modelos de cambio social evolutivo para instigar una transformación radical de una manera que nadie podría predecir? Históricamente, un cambio radical así se produce durante acontecimientos que establecen que un punto de inflexión que era indeterminable, ha sido determinado. Para desafiar a las personas y grupos que se encuentran en una situación, estos acontecimientos deben provenir de fuera de la situación. La “verdad” revelada del acontecimiento incita a la gente a la acción. El levantamiento de la Primavera Árabe en Egipto en 2011 fue un acontecimiento que construyó un poderoso “nosotros”, desafiando el status quo. Las demandas del público trascendieron el opresivo régimen de Hosni Mubarak para abarcar la libertad política. Los dispositivos no causan tales movimientos, pero el uso de dispositivos funcionó para reunir a la gente en la Plaza Tahrir e intensificó su “intención colectiva”. No hubo ninguna revolución en Egipto, pero la Primavera Árabe no fue un fracaso total. Expuso los límites del dispositivo-cosa en el sistema actual.
Dos futuros opuestos
Los filósofos se preguntan si, debido a la dominación del dispositivo-objeto, la tecnología está controlando y manipulando una sociedad que es adicta a ella. Esta no es una crítica viable; es cinismo, un atajo hacia la desesperanza y la desesperación. La distopía es solo un “momento dialéctico” en el pensamiento utópico, no lo contrario. Puede ofrecer una crítica que la gente puede emplear para combatir los peores resultados posibles. Si la gente reconoce los mecanismos que tratan de controlarlos, puede retroceder y, por ejemplo, derrocar la hegemonía del capitalismo sobre sus acciones.
“Este es el mayor desafío político para Twitter, y para los dispositivos en general: equilibrar la autoorganización de base con la necesidad de modos formales o cuasiformales de filtrado, deliberación y representación”.
Por el contrario, en una utopía teórica de los dispositivos, la información, no la autoridad, sería la base para la acción. Una red diseminada operaría en tiempo real para tomar decisiones instantáneamente, creando un equilibrio entre la autoridad centralizada y la libertad individual. En un escenario, los lugares de trabajo y los gobiernos podrían formar un “internet socialista” para la toma de decisiones en grupo sin esfuerzo. Los líderes podrían planificar economías con más intereses locales en mente. La sociedad podría participar activamente en todos los niveles de planificación y ejecución. La gente podría usar dispositivos para asegurar la distribución equitativa de los recursos y minimizar la explotación laboral.
El comunismo del dispositivo
¿Puede la conciencia de los dispositivos provocar una revolución comunista? Si es así, no se parecería a ninguna forma anterior de comunismo. En lugar de una vanguardia que actúe en nombre de los oprimidos, el comunismo de los dispositivos podría parecerse más a la visión de Marx, en la que la emancipación ocurre en tándem con otros movimientos. Comienza con la interrupción, como la que lleva a cabo AAAAARG.org, un dominio público digital que “roba” la información digitalizada y la distribuye. El antagonismo del capitalismo hacia tal comportamiento subversivo atestigua el poder de tal comportamiento. Estas incursiones en el poder son intermitentes y difíciles de sostener, pero permiten comprender cómo sería un mundo alternativo, si el capital no estuviera en control. El comunismo de los dispositivos requiere un dispositivo comunista, que los dispositivos ayudarían a crear. El capitalismo vive en los dispositivos, y el comunismo tendría que desafiarlo. El hecho de que la clase política se oponga vehementemente al comunismo, refuerza su relevancia en una sociedad que está siendo explotada por las convenciones neoliberales. Cada vez más, los dispositivos son fundamentales para la identidad, las interacciones sociales y el activismo.
La revolución de los dispositivos
Los acontecimientos transforman la sociedad. Egipto prefiguró lo que los dispositivos pueden hacer para perturbar el statu quo. Pero el resultado no es un cambio sostenible a largo plazo. ¿Cómo sería un evento de este tipo y qué se lograría? La pasión por el igualitarismo –eliminar el egoísmo y la opresión– impulsa el comunismo. Sus axiomas siguen siendo teóricos. El comunismo puede revelar lo que es solo tomando forma después de un evento precipitante. Los dispositivos son actualmente fundamentales en el marco capitalista que los creó, por lo que un evento digital podría no parecer una revolución. Explotar las “grietas y espacios” del monolito puede abrir plataformas para lo radicalmente nuevo. Facebook, Twitter, Snapchat, YouTube y otras plataformas comerciales forman parte de la economía del capital. Sin embargo, proporcionan conectividad y espacios para la deliberación grupal y el activismo anticapitalista. Los “actos de intención colectiva” pueden conmocionar suficientemente al sistema para promover un cambio significativo, aunque solo sea de manera gradual.
Una visión de dispositivo
¿Cómo se vería un comunismo de los dispositivos completamente realizado? Teóricamente, distribuiría los bienes equitativamente. Aunaría conocimientos y educación, pondría en tela de juicio la desigualdad, eliminaría la explotación y garantizaría el respeto mutuo. Se organizaría en torno a objetivos y decisiones colectivas. Los dispositivos crean los bienes comunes en los que podrían surgir las herramientas para un “proyecto comunista”. Actualmente, el capitalismo limita las posibilidades de una nueva mancomunidad que desee desterrar la desigualdad. Es imposible imaginar un comunismo de los dispositivos que no implique arrebatarle la creatividad al capital en un esfuerzo por reorientarla hacia un bien común. Una teoría –si la imaginación lo lograra– es que la conciencia de los dispositivos podría guiar al comunismo de los dispositivos de manera tal que se convierta en una fuerza para el cuidado, el devenir y la colectividad.
Sobre el autor
Joss Hands es profesor titular de medios de comunicación y estudios culturales en la Universidad de Newcastle, Reino Unido. Su libro forma parte de la serie Digital Barricades, que coedita con Jodi Dean y Tim Jordan.