La pandemia con la que aterrizó la COVID 19 a nivel social provocó un importante cambio de paradigma a nivel empresarial. La exigencia de la pandemia provocó una mayor apuesta por las soluciones que nos permitían digitalizar a nuestro negocio. La innovación y los procesos de transformación digital se convirtieron en una de las soluciones a las que poder acudir cuando se trataba de poder imprimir una mayor competitividad empresarial.
Una vez superada la pandemia, las empresas nos hemos visto amenazadas por un nuevo factor de riesgo que nos ha obligado a redefinir nuestras hojas de ruta: el contexto de incertidumbre financiera con el que debemos trabajar en la actualidad. Un escenario que nos desafía hasta encontrar la mejor fórmula con la que poder optimizar nuestros precios, gestionar nuestros ingresos y trabajar mano a mano con nuestros clientes.
La importancia de definir una propuesta de valor
De acuerdo a la información que ha publicado recientemente McKinsey, la confianza del consumidor descendió considerablemente durante los últimos meses. Únicamente el 38% de los mismos afirmaron sentirse optimistas en la situación actual. En el año 2021, esta cifra era del 44%. Por tanto, se ha observado un notable descenso en todo lo que tiene relación con la capacidad que tenemos las empresas para poder vender nuestros productos y servicios.
Los líderes empresariales se encuentran, por tanto, ante la necesidad de conocer qué es lo que los consumidores están buscando para poder realizar una propuesta de valor efectiva. Para ello, elementos tales como la transparencia durante todos los procesos es fundamental.
Más allá del aumento de precios
En contra de la creencia general, no es únicamente el aumento de precios del propio producto el elemento que debe estar presente en el imaginario profesional. Cuestiones tales como los costes que se desprenden de la logística o del packaging también pueden tener un impacto más que directo. Para ello, se deben establecer políticas no solo en lo que tiene relación con la venta de los productos. Sino también en la devolución de los mismos, por ejemplo. Como ya han hecho empresas de la talla de Inditex.
Tener bien identificados aquellos productos que, por cuya rentabilidad, no es recomendable darles visibilidad sin cambiar la política de precios es fundamental para evitar cualquier cuestión futura. De este modo, podremos abordar diferentes problemas que tienen relación con el descenso de los márgenes de beneficios.
La fidelización como herramienta contra la inflación
Además de todo lo que hemos mencionado previamente, existe un elemento que nos va a permitir lidiar con todo lo que tiene relación con el contexto de incertidumbre económica puntual como ante el que nos encontramos en la actualidad. La fidelización se ha convertido en la píldora que necesitamos para que nuestra empresa sea percibida de la forma correcta.
Una vez comiencen a liberarse las restricciones en las cadenas de suministro, de manera progresiva podremos comenzar a retomar nuestra actividad en condiciones de normalidad y, por tanto, podremos volver a retomar nuestra estrategia de precios de manera habitual. En el canal B2B, podemos invertir estos próximos meses en encontrar bienes sustitutivos que, efectivamente, nos permitan poder continuar ofreciendo soluciones adaptadas a nuestros consumidores. Satisfaciendo por igual todas sus necesidades y mejorando nuestros ratios de conversión.